- Equipo Formación CNPJ
Hablemos de Charlie...
¿Quién era Charlie?
Carlos Manuel Rodríguez fue el segundo de cinco hermanos, nació en Caguas, Puerto Rico, el 22 de noviembre de 1918, hijo de Manuel Baudilio Rodríguez y Herminia Santiago, ambos de familias de gran arraigo cristiano. Fue bautizado en la Iglesia Dulce Nombre de Jesús en Caguas el 4 de mayo de 1919.
Hubo tres hechos en su niñez y juventud que marcaron la Vida de “Charlie”, acontecimientos que de una manera u otra lo llevaron a vivir su vida de fe de la manera en que la vivió:
1923- Su familia perdió el hogar y la tienda de su padre en un incendio, por lo que fueron a vivir a casa de sus abuelos maternos. A pesar de la pérdida, su familia no perdió la fe y encontraban fortaleza en la eucaristía. Estas fueron las primeras lecciones de fe que recibió Carlos Manuel desde su hogar.
1926- En este año Carlos Manuel hace su primera comunión y se hace monaguillo. Es en este momento siente el llamado a vivir una vida de entrega total a Cristo, y como monaguillo empieza a degustar las riquezas de la fe a través de la sagrada liturgia de la Iglesia.
1931-1933 - Comienzan los Síntomas de su Enfermedad gastrointestinal Colitis Ulcerosa. Entre los síntomas de esta enfermedad: dolor en área del recto y articulaciones, sangre en las heces, pérdida de apetito y pérdida de peso. Por lo que luego tuvo abandonar sus estudios por un tiempo. Para luego volver y terminar sus cursos en 1939.
A pesar de su enfermedad y sus complicaciones eso no fue una excusa para él. Nunca utilizó su padecer para limitar su apostolado y trabajos para la iglesia. Sino que aceptó su enfermedad como la cruz que le había sido entregada. Comenzó a estudiar un bachillerato en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, pero luego de un año tuvo que dejar los estudios ya que su salud le impedía continuar, pero esta vez de una manera definitiva.
Trabajó como oficinista y traductor de documentos en la Estación Experimental Agrícola de la UPR. Gastaba su sueldo en producir y reproducir artículos religiosos, sobre todo de Liturgia.
Cada vez más convencido de que la liturgia es la vida de la Iglesia organiza en Caguas un “Círculo de Liturgia”, que luego se movieron al Centro universitario católico, donde cambió el nombre a Círculo de Cultura Cristiana. Fue aquí en el Centro Universitario Católico en Río Piedras donde realizó su principal labor apostólica, promoviendo entre sacerdotes, religiosos y laicos la importancia del Misterio Pascual, fuente inagotable de Gracia.
Vivía el Misterio Pascual compartiendo con todos el verdadero y profundo significado de la Pascua. “Vivimos para esa noche” era lo que él decía acerca de la Vigilia Pascual. Para él, en la Pascua está el sentido de nuestra vida. A pesar de su salud quebrantada por tantos años, ninguna queja nubló la alegría con que enfrentaba la vida y nos recordaba que el cristiano ha de ser alegre porque vive la alegría y la esperanza que Cristo nos regaló con su Pascua: VIVIMOS PARA ESA NOCHE.
En 1962 fue diagnosticado con cáncer en el recto, causado por la enfermedad de Colitis Ulcerosa que padecía desde los 13 años. Sus fuerzas físicas decaen, pero su espíritu nunca se doblegó. Vivía cada momento callando su dolor. Luego de una operación en 1963 padeció “la noche oscura de la Fe” donde pensaba que había sido abandonado por Dios. Estando ya muy enfermo, dijo a su hermano: “Me voy a morir y no estoy preparado”.
Su hermano le recitó el Pregón Pascual, varias veces ya que Carlos Manuel había dicho que merecía vivir la vida para celebrar la Pascua y era preciso proporcionarle este consuelo. Antes de morir, reencontró con emoción la palabra que le había dado sentido a su vida: Dios. El Dios vivo que tanto ansiaba había vuelto a su lado, más bien lo volvió a experimentar a su lado. Dios parece que se esconde, para purificar el corazón.
Carlos Manuel Rodríguez Santiago dio su paso a la vida eterna el 13 de julio de 1963. A los 44 años. “El 13 es buen día” – había dicho antes, sin que tuviésemos noción de lo que ello significaba.
Finalmente, su hermana Haydée dijo: “Gozo y doy gracias al Señor por la predilección que ha tenido contigo y por la generosidad con que tú le has correspondido. ¡Qué ejemplo más hermoso ha puesto el Señor ante mis ojos! Como tú lo has hecho, así quiero yo agradar a mi Dios…quiero que en herencia me dejes ese, tu amor tan grande y único al Señor, expresado en una sumisión tan humilde y en tu continua vida de fe profunda, de esperanza cierta y de caridad inagotable”.
Hagamos nuestras, las palabras de su hermana Haydee, que Charlie sea un ejemplo en nuestra vida y que sepamos llevar el amor de Dios a los demás, así como él lo hizo, imitando su vida en Cristo. “Hagamos de lo sencillo algo extraordinario, así como él lo hacía, CON AMOR”.
Proceso de Canonización
Fue iniciado en 1992
Se declaró venerable el 7 de julio de 1997
Aprobación de un milagro atribuido a su intersección, el 20 de diciembre de 1999, por el Papa Juan Pablo II
Milagro: curación de un linfoma maligno no-Hodgkins en 1981.
Beatificación el 29 de abril de 2001 por el Papa San Juan Pablo II
Tuvo lugar en Roma, y fue beatificado junto a otros cuatro:
Manuel González García, prelado;
María Ana Blondin, virgen, fundadora de la Congregación de las Hermanas de Santa Ana;
Catalina Volpicelli, virgen, fundadora de las Esclavas del Sagrado Corazón;
Catalina Cittadini, virgen, fundadora de las Hermanas Ursulinas de Somasca.
Palabras del Papa Juan Pablo II en la homilía de la misa de beatificación:
"Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor" (Jn 21, 12). Cuando los discípulos lo reconocen junto al lago de Tiberíades, se afianza su fe en que Cristo ha resucitado y está presente en medio de los suyos. La Iglesia, desde hace dos milenios, no se cansa de anunciar y repetir esta verdad fundamental de la fe. La experiencia del misterio pascual hace nuevas todas las cosas, pues como cantamos en el Pregón pascual: "Ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes". Este espíritu animó toda la existencia de Carlos Manuel Rodríguez Santiago, primer puertorriqueño elevado a la gloria de los altares. El nuevo beato, iluminado por la fe en la resurrección, compartía con todos el profundo significado del misterio pascual repitiendo frecuentemente: "Vivimos para esa noche", la de Pascua. Su fecundo y generoso apostolado consistió principalmente en esforzarse para que la Iglesia en Puerto Rico cobrara conciencia de este gran acontecimiento de nuestra salvación. Carlos Manuel Rodríguez puso de relieve la llamada universal a la santidad para todos los cristianos y la importancia de que cada bautizado responda a ella de manera consciente y responsable. Que su ejemplo ayude a toda la Iglesia de Puerto Rico a ser fiel, viviendo con firme coherencia los valores y los principios cristianos recibidos en la evangelización de la isla.
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