PJ Puerto Rico
Un hijo de la Pastoral Juvenil de Caguas habla sobre su experiencia de misión en Trojes, Honduras 20
Apreciados cohermanos de la Provincia de San Juan: ¡El Señor ha resucitado, verdaderamente ha resucitado! ¡Aleluya! Reciban un abrazo fraterno desde las montañas hermosas de Trojes, Honduras. En la Congregación y en la Provincia de San Juan seguimos dando pasos concretos para acompañar y animar a nuestros pueblos que, en su historia del pasado y del presente, cargan el peso de innumerables heridas. En tan poco tiempo, Dios ha querido que contemple algunas “venas abiertas” de América Central, y en especial el clamor de nuestros pobres y abandonados, que sufren las injusticias y rezagos de un mundo globalizado. Desde esta realidad, los misioneros redentoristas de esta Unidad realizan una labor loable por más de 22 años (15 de marzo de 1995) en las seis zonas y 17 sectores de la Parroquia. Pareciera que Trojes con sus 1,363 km2, más de 310 comunidades y caseríos, la mayoría de difícil acceso y los poco más de 79 mil habitantes, ha quedado en el olvido; pero al escuchar a tantas personas que representan las fuerzas vivas de la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro (Puesto de Misión Permanente ) y del Municipio, reconozco que Dios está de nuestra parte y no se olvida de este pueblo rural y campesino que principalmente vive del café y la ganadería. Nuestra comunidad redentorista está compuesta por: PP Henry Soto (Superior), Salvador “Shamba” Anzora (Párroco), Roger Martínez (Vicario) y este servidor. También la comunidad comparte la misión con el P. Bryan Arriola (Formador) y los 6 jóvenes propedeútas que inician su formación en la Congregación. (Por tanto, imagínense la labor pastoral de cada cohermano intentando acompañar a poco más de cien comunidades entre montañas y ríos, por caminos escabrosos en el invierno).
Actualmente, todos nuestros países viven una ola de violencia y criminalidad. Lamentablemente, Honduras sigue siendo uno de los principales países de mayor inseguridad en América Central, por tanto es indispensable una pastoral profética y misionera. En el caso de Trojes, la violencia intenta obstaculizar la evangelización y aunque hemos sido víctimas de personas que se han robado pertenencias de la Parroquia, nuestro profetismo y dinamismo misionero no se apaga. Como dato curioso, los médicos en el caso urbano no se sienten con la confianza de presentar denuncias cuando le llega al hospital algunos casos de abuso sexual de menores o violencia doméstica, principalmente porque la ley no les ofrece garantías de seguridad contra posibles represalias que puedan tomarse en su contra. Así que la actitud que se impone es la de hacerse de la vista larga y perpetuar un ciclo que trastoca la dignidad humana. He aquí que me lleno de valor para reconocer que las crisis son oportunidades para reflexionar sobre lo que juntos podemos realizar, pero que a veces por miedo o por pereza nos quedamos inmortalizados en lo que hacemos y desde donde lo realizamos. Al igual que ustedes, he sufrido la pérdida de un cohermano (P Miguel García), pero también me he llenado de esperanzas ante la obra que Dios va realizando en el Caribe. Agradezco al P. Máximo de los Santos por su presencia y compañía durante el primer mes de experiencia pastoral, a toda la comunidad local y a ustedes que oran y envían sus saludos. De esta forma, considero que la Congregación seguirá contando con miembros que estamos dispuestos a desgastar nuestra vida en las nuevas “Scalas” del camino. Por eso sufrimos con esperanza y nos levantamos con optimismo. Que Dios siga bendiciendo esta misión y suscite más personas solidarias con esta comunidad herida de Trojes, de modo que no sólo con nuestras palabras, sino también con acciones concretas de desarrollo humano, como por ejemplo: proyectos de autogestión, misiones médicas, colectas solidarias, etc. podamos ser verdaderos testigos del Redentor. En Cristo Redentor y nuestra Madre Misionera del Perpetuo Socorro,
Fr. Carlos A. González Del Valle, C.Ss.R.
